Month: June 2012
María Chinchilla
Los y Las desaparecidas, están en todas partes
La Desaparición Forzada en Guatemala
Fotografía CPR-URBANA |
(un pequeño homenaje a las miles de familias afectadas por la desaparición forzada)
Por Enrique Álvarez
Uno de los aspectos más terribles de la guerra interna en Guatemala (1963-1996) es el de la desaparición forzada. No puede haber dolor más profundo y constantemente repetido que haber perdido a una persona, familiar cercano, y no saber qué pasó finalmente con ella. Seguramente se sabe que sufrió (y cada día, se sufre en silencio con él o con ella), que fue capturado, que fue secuestrada, que fue desaparecida y…
No hay forma de detener ni de reparar completamente ese dolor. La incertidumbre de no saber el destino final de la madre, del padre, de la hija, del hijo, del compañero, la compañera, la esposa, el esposo, el hermano, la hermana. Es como perderles todos los días, es amanecer con la incertidumbre, con el dolor y al final del día tratar de dormir con una leve esperanza. Es un círculo de dolor, de angustia, de rabia, de impotencia que no termina, que se renueva cada día, que parece languidecer cada noche y se fortalece cada madrugada.
La desaparición forzada es, seguramente, la máxima expresión del horror, de la injusticia más deshumanizante, ejercida por quienes un día, en nombre de la supuesta defensa de la patria, decidieron a quién capturar, a quién torturar, a quién asesinar y a quién desaparecer. Seguramente sin importarles el daño que causaban (o tal vez solazándose en él), el que seguirían causando durante tantos años a sus víctimas, a sus familias. Afectaron a tantas personas, condenaron a cientos de miles al sufrimiento, a la incertidumbre, al dolor… ¿podrán ellos, los esbirros, los torturadores, los asesinos, encontrar la paz?, seguramente no, ni siquiera la muerte se las podrá otorgar.
Parafraseando a Juan Jacobo Rousseau podemos decir: “Ellos no consiguieron ser hombres; entonces, decidieron ser bestias”.
Luego de más de doce años de haber firmado la paz, de haber callado el trueno de los fusiles, pareciera que nunca podremos callar el grito que exige ¡verdad y justicia! Cómo puede pensarse que habrá conciliación o reconciliación sin que decenas de miles de familias sepan ¿qué pasó finalmente con sus familiares desaparecidos?, sin que puedan identificar un lugar físico en dónde colocarles flores, dedicarles una oración, un pensamiento.
No puede haber perdón, ni olvido, si los asesinos y torturadores no han sido castigados. Muchos han sido plenamente identificados, al menos a quienes dieron las órdenes de exterminio, de torturar, de desaparecer. Pero la justicia no llega, por lo tanto la justicia no se convierte en bálsamo, la justicia no consuela, porque no se aplica.
De muchos detenidos-desaparecidos se conocen datos, alguien vio cuando les capturaban, a algunos se les vio con vida después de la tortura, en algún cuartel, en algún destacamento militar, en alguna “casa de los espantos” (cómo se les llamó a los centros de tortura en esas décadas del horror). Hoy tenemos a sus familiares ofreciendo testimonios, marchando incansablemente por las calles con sus fotografías alzadas, con su esperanza en que algún día se haga justicia. No piden tanto, pero al mismo tiempo piden mucho, a una justicia que prefiere mirar para otro lado, hacer cómo que no sabe, cómo que no supo, cómo que no pasó nada.
Hoy tenemos a detenidos desaparecidos que el amor de sus familiares han mantenido vivos, porque nunca serán olvidados, y presentes por la incansable lucha que han hecho y siguen haciendo. En las páginas virtuales de este Reporte Diario hemos cobijado varias veces el testimonio de una mujer ejemplar en su lucha y su consecuencia por conocer el paradero de su hermano Emil, Marylena Bustamante ha escrito cientos de cartas exigiendo conocer el paradero de su querido Emil y que se haga justicia para encarcelar a quienes le desaparecieron.
A no olvidar nos ayudan mujeres como Marylena y organizaciones como el Proyecto Desaparecidos por la Memoria, la Verdad y la Justicia (www.desaparecidos.org), en donde se exponen datos de miles de detenidos-desaparecidos de Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador, Uruguay, Perú, Indonesia, Tailandia y muchos otros países en donde hubo dictadores, brutales imitadores de Dios, que asumieron el derecho de decidir quién podía vivir y quien morir.
En ese sitio podemos ver la imagen de Emil y su pequeña hija, una de las cientos de miles de víctimas inocentes de los monstruos de la guerra. En el conmovedor testimonio puede leerse:
“Me llamo EMIL BUSTAMANTE. Tengo 32 años, estoy casado y soy padre de esta niña y de otra que viene en camino. Me gradué de perito agrónomo y también de médico veterinario y sociólogo rural. Estudié en la Universidad de San Carlos y la Universidad Nacional de Costa Rica. Trabajo como catedrático universitario y funcionario de la USAC.
Estudié y me preparé para servir a mi país, pero pronto me topé con la injusticia y la imposibilidad de encontrar una vía pacífica para cambiarla.
Me incorporé a la militancia revolucionaria como científico e intelectual; mis armas fueron la enseñanza de la ciencia, el diálogo y la rebeldía justa.
Desde el 13 de febrero de 1982 me encuentro detenido y desaparecido por el Ejército del gobierno de Fernando Romeo Lucas García. He sido sometido a torturas y condenado sin juicio ni defensa alguna. Finalmente fui asesinado y mi cuerpo, como los de muchos otros miles de guatemaltecos, ha sido escondido para que ninguno de los que me aman encuentre mis restos…”
Uno no puede dejar de conmoverse cuando es testigo de la fuerza de esas personas que incansablemente exigen verdad y justicia. Seguramente no pueden encontrar descanso, seguramente no podrán encontrarlo nunca hasta encontrar la certidumbre de la justicia. No piden venganza, no las mueve el odio, las mueve el amor, el infinito amor de quienes no se resignan a callar, a agachar la cabeza, a aceptar que prevalezca la injusticia.
MUJERES IXCHEL INVITAN A PARTICIPAR EN TALLER DE POESÍA PARA MUJERES-ISABEL DE LOS ANGELES RUANO
Objetivo:
Generar el encuentro entre poetas de distintas tendencias, estilos y épocas teniendo como punto de partida el ejercicio y gusto por la poesía
Participantes:
Mujeres que escriben poesía o que tienen un interés y un gusto por explorar este oficio. De preferencia mayores de 15 años.
Traer 3 poemas de su autoría para compartir con el grupo.
Duración:
una semana -lunes a viernes-
Horario:
de 5 a 7 PM
Fechas:
la primera semana del mes de Julio -2 al 6 de julio-
Dirección:
1a Av. 4-30 zona 1
Contenidos:
Aporte simbólico:
Q. 50.00 incluye materiales y gastos de logística
Más información, al correo mayanikte@gmail.com
Hacia un entendimiento del Patriarcado como sistema de opresión
[V.I.R.U.T.A] Visionaria Insumisa Rebelde (Unión Trabajadoras Autónomas)
El patriarcado ha surgido de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, los hijos, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetúan como única estructura posible”[1]. De esta definición se puede extraer principalmente que es un sistema que se ha ido conformando paulatinamente, profundizando sus raíces con cada sistema económico con los cuales ha convivido. Además, de sufrir un proceso de naturalización, a tal modo, de pasar inadvertido en nuestra cotidianeidad sin ser cuestionado en casi ninguna esfera de la sociedad; demás está mencionar los aportes que han hecho grandes “genios” de la humanidad (Aristóteles, Tomas de Aquino, Proudhon, Napoleón, Einstein, entre otros) en la tarea de dar sustento “científico” al paradigma en donde lo masculino es la medida de todas las cosas generando la subordinación de las mujeres.
Otras definiciones que encontramos son más polémicas, pues, definen el patriarcado como un “…pacto -interclasista- por el cual el poder se constituye como patrimonio del genérico de los varones”[2]. Por otro lado, Marta Fontela asevera que “el patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia”[3]. Sin duda, estas afirmaciones son altamente polémicas puesto que plantean un pacto interclasista, que destaca la transversalidad que tiene este sistema de opresión a través de las clases sociales. De ahí el surgimiento de consignas tales como: “No hay nada más parecido a un machista de izquierda que uno de derecha”. Ambas definiciones establecen un pacto entre hombres, que aunque estén en desigualdad de
condiciones económicas, es decir, pertenecientes a diferentes clases sociales, van cediendo en algunos puntos, siendo capaces de articularse en función del patriarcado. Como bien plantea la feminista-socialista Heidi Hartmann, para un análisis del patriarcado dentro de las sociedades capitalistas: “el salario familiar es un pacto patriarcal interclasista entre varones de clases sociales antagónicas a efectos del control social de la mujer”[4]. Haciendo hincapié en la perspectiva histórica del surgimiento del capitalismo, en donde, la mano de obra femenina fue relegada al ámbito privado.
Un poco de historia…
El sistema patriarcal surge alrededor de 10.000 años atrás, vinculando su origen con el proceso de sedentarización y el cambio de mentalidad de sociedades colectivizadas horizontales a sociedades individualistas jerárquicas y la consecuente aparición de las clases sociales. Así lo grafica Marcela Lagarde, quien establece que “la opresión de las mujeres es parte de los fenómenos que confluyeron en la conformación de la sociedad de clases y que contribuyeron a mantenerla”[5], es decir, las prácticas patriarcales anteceden al surgimiento de las clases, al ser un paso elemental de un cambio de mentalidad de sociedades igualitarias a sociedades que se basan en la opresión y explotación de parte de su población para funcionar. Es por lo anterior que las feministas establecen que hay una vinculación directa entre el patriarcado y los diversos sistemas económicos, pues ha sido parte esencial de su conformación (como el esclavista y el feudal), estableciendo actualmente una clara alianza con el sistema capitalista. “Las sociedades patriarcales de clases encuentran en la opresión genérica uno de los cimientos de reproducción del sistema social y cultural en su conjunto”[6].
Y he aquí donde radica la importancia del aporte del feminismo, pues entrega una teoría trascendental a la lucha de clases, volviéndola claramente una aliada epistémica, ya que es capaz de entregar la base teórica para entender la opresión especifica de las mujeres. Opresión que sin duda, no hallaba respuesta en la sola teorización de las clases sociales. Esta miopía teórica da como resultado que muchas de las “grandes” luchas sociales que han sido llevadas a cabo por el “pueblo” no han significado lo mismo para hombres que para mujeres, presentándose muchas veces como perpetuación de los roles asignados socialmente a nosotras.
Así también, la teoría del patriarcado, es capaz de definir relaciones estructurantes de poder en la sociedad, es decir, cuando hablamos de relaciones patriarcales, no nos referimos solamente a las que se dan como una opresión de los hombres hacia las mujeres, sino que también, cuando estamos ante situaciones autoritarias, de violencia, jerarquías, etc., pues todos ellos constituyen elementos centrales de sociedades patriarcales-clasistas. En relación a lo anterior, ya no podemos pensar análisis, por ejemplo, del Estado, la política, los partidos políticos, sin considerar el profundo arraigo patriarcal que tienen dichas instituciones, por lo anterior, la lucha feminista es intrínsecamente antipartidista y antiestatal.
Por ello se torna interesante comenzar a incorporar este sistema de análisis a nuestros discursos y propuestas de cambio de sociedad, sino seguiremos condenando a la mitad de la humanidad a una constante opresión, “las discriminaciones sobre las mujeres surgen no sólo en su relación con el sistema económico, sino también con el sistema de una dominación masculina hegemónica. No se trata de privilegiar el género o la clase, sino de entrelazar estos ejes de dominación”[7].
Vemos necesario, entonces, comenzar a cuestionar nuestras prácticas más cotidianas e ir aportando en la construcción de sistemas integrales que den respuesta a la totalidad del colectivo social, ya no más fragmentada ni priorizando unas luchas por sobre otras.
Finalmente, se puede afirmar que uno de los grandes aportes de la teoría patriarcal es que descubre y quita el manto de “biológico” y “natural” a la opresión de las mujeres volviéndola transformable y cuestionable.
[1] Reguant, citado en Varela, Nuria, Feminismo para Principiante, España, p. 177.
[2] Amorós, Celia. Mujer, participación, cultura política y Estado. Ediciones de La Flor. Argentina. 1990. p. 10.
[3]Fontela, Marta. “Diccionario de estudios de Género y Feminismos”. Editorial Biblos. 2008. http://www.nodo50.org/mujeresred/spip.php?article1396.
[4] Amorós, Celia, op. cit., p. 10.
[5] Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madreesposas, monjas, putas, presas y locas. México. 1997. p. 96.
[6] Lagarde, op. cit., p. 95.
[7] Feminismo(s) y Marxismo: ¿una boda “mal lograda”?. Texto de Manuela Tavares, Deidré Matthee, Maria José Magalhães, Salomé Coelho.